TEOLOGIA DE LA EPISTOLA
El
carácter teológico de Santiago es realmente judío. Pero la índole judaica de
sus exhortaciones y de su doctrina está claramente marcada y penetrada por un
verdadero espíritu cristiano[1]
Dios.
1.
Aparte el título ho theos (16 veces),
a Dios se le aplican también los títulos de Kyrios (8 veces[2]),
Padre (3 veces), Legislador (1 vez) y Juez (1 vez).
2.
Se afirma expresamente la unidad de Dios Sant.2.19, sin mencionar la trinidad.
3.
Dios es creador inmutable de los astros Sant.1.17; 5.4y de los hombres Sant.3.9.
4.
Es omnipotente Sant.5.4 y dueño de toda la actividad humana Sant.4.13-15;
5.
Es autor de todo bien, de
la sabiduría Sant.1.5, de la regeneración Sant.1.18 y de
la revelación profética Sant.5.10.
6.
Dios es sumo bien, del cual
no puede provenir el mal Sant.1.13, sino toda clase de bienes Sant.1.17.
7.
Dios es padre de los
hombres Sant.1.27;
3.9, que escucha sus oraciones Sant.1.5 ss, perdona sus pecados Sant.5.15 ss
y les da su gracia Sant.4.6,8.
8.
Para Dios todos los hombres
son hermanos, que han de amarse como tales Sant.2.1-9.
9.
Dios es el legislador y
juez soberano, que puede salvar y condenar Sant.4.12; pero
su juicio será misericordioso para aquellos que han hecho misericordia Sant.2.13
Cristo:
1. Las
referencias a Cristo se menciona sólo en
dos lugares (1:1; 2:1). Y enseña
que Él es objeto de la fe (2:1), de modo
que se aprecia esta misma relación para la salvación en otros lugares de la Epístola (1:18; 2:14-16
2. En 6 ocasiones aparece como Kyrios Sant 1,1; 2,1; 5,7.8.14.15; quizás en 4,15
3. En 2,1 el nombre Señor recibe
el calificativo de la gloria, reflejando una
expresión de la teología judeocristiana; obsérvese que en Luc
24,26, donde aparece esta expresión,
se refiere a la situación que Cristo
tiene para la comunidad como Exaltado a la derecha de Dios, con lo cual hay una
alusión implícita a la Resurrección.
4. El vocablo gloria es típico de la cristología de
Jn, que lo utiliza para expresar la unión indisoluble entre la Cruz y la
Elevación del Hijo; en la tradición sinóptica se le
relaciona con el retorno del Hijo del hombre al fin de los tiempos Mat 16,27; 19,28; 24,34; 25,31; Mar 8,38;
10,37; 13,26), lo cual confirmaría que en Sant 2,1 se quiere situar
a la comunidad ante el Señor, Juez de la comunidad. Y en 5,7-8,
el título Señor está en relación con
la espera de la Parusía, momento en el que aparecerá como Juez (5,9) Y si ha
de traducirse 1,1 como «Jesucristo Dios y Señor», pues de hecho tiene la misma construcción que 1,27 y 3,9, entonces tendríamos aquí, al igual de lo que ocurre en Jn 20,29, una de las confesiones cristológicas más
impresionantes del NT 56
Espíritu
Santo. Una referencia 4:5, que mora en los creyentes y exige
fidelidad
Las
Escrituras La carta está saturada con la Palabra y manifiesta que su
autor tenía un alto concepto de la Palabra y que está constituido un fundamento
firme en su pensamiento teológico.
a.
Usa epítetos como, la Palabra de Verdad (1.18), la Escritura El
término era, en tiempos de Cristo, sinónimo de los escritos del Antiguo
Testamento, por tanto, no se utilizaba para referirse a ningún otro tipo de
escrituras.
b.
Apelar a la Escritura significaba poner punto final a cualquier
argumento (4:5-6; 2.8, 23; 4.4-5), la perfecta ley de la libertad Es un título
propio de Santiago que aparece para referirse a la Palabra de Dios.
c.
Incluye al Antiguo Testamento,
(1:25-27). Y tiene que ver con la
revelación del Antiguo Testamento que es llevada a su máxima expresión y
cumplimiento en las enseñanzas de Jesús (1.25;
2.8).
d.
Menciona los efectos que produce la Palabra,
como la Palabra es un medio de regeneración (1.18) y es implantada para salvar
el alma (1.21)
e.
Es un espejo reflejando los defectos de un
hombre (1.23-25), Es una guía para la
vida cristiana (2.8), en el día del juicio servirá como una norma para juzgar
(2.12).
2. Soteriología La soteriología tiene una vinculación
con los principios de la enseñanza de los fariseos que con los de la enseñanza
de Pablo, sin que esto suponga conflicto alguno entre ellas. Como escribe H.
Alford. “Las nociones judías farisaicas
fueron introducidas en las creencias adoptadas en el cristianismo, y el peligro
no era, como ocurrió después, del establecimiento de una justificación por la
ley a estilo judío, sino de una confianza judía sobre una pureza de fe
exclusiva que tendía a reemplazar la necesidad de una vida santa, que está
inseparablemente unida a cualquier creencia digna de la fe cristiana[3]”. Quiere decir esto que los fariseos buscaban
los aspectos externos, en la observancia de la ley, lo que producía un cierto
contagio en los cristianos de origen judío quienes se contentaban con aspectos
externos del ejercicio de la piedad, sin tener en cuenta la realidad interna
del corazón. De ahí en énfasis en las obras de la fe, lo que es igual a hacer
visible la realidad de la fe mediante las obras
3. La fe: La fe Es contrario a la verdad decir
que Santiago es deficiente en su concepto de
la fe. En realidad, la fe es uno de sus temas prominentes. Santiago no
quiere eliminar la fe como un principio de la vida cristiana, sino, guardarse
contra el peligro de pensar en la fe como solo un asentimiento intelectual o un
credo que nunca es puesto en acción para producir buenas obras
a.
La fe es uno de los temas más
destacables en la Epístola, algunos exegetas lo consideran como el tema central
y el hilo conductor de ella[4].
b.
Santiago considera la fe como principio
activo de la vida cristiana (1:6; 5:15). Para él la fe descansa en la confianza
en Cristo que es objeto de ella (2:1). El contraste para Santiago no está entre
fe y obras, sino entre una fe muerta (2:14-20) y una fe viva (2:21-26).
c. La
fe muerta no es válida para la salvación, ni para la santificación, puesto que
una fe que no es dinámica, aunque esté basada en un credo ortodoxo, es muerta
en sí misma (2:17, 19, 20
4. La ley de Dios Determina la relación del hombre con Dios como una
relación de obediencia. Si Dios ha revelado
en la ley su voluntad salvífica, el hombre debe encontrar en ella el camino de
la vida. En la obediencia a la ley de Dios el hombre realiza su libertad. La
verdadera libertad tiene carácter obediencial. Tal es así que el autor habla de
la "ley de la libertad" Sant 1,25; 2,12[5]
5.
Antropología El hombre se presenta como un ser
creado por Dios (3:9), compuesto por una parte material y otra inmaterial
(2:26; 3:9). A pesar de la caída, retiene algo de la semejanza con la creación
original (3:9
6.
La misericordia Sant 2,13 La misericordia no es un mero sentimiento sino
la actitud que descubre la indigencia del necesitado y hace algo para
remediarla (Sant 2,15-16). N o actuar significa "obrar sin misericordia".
Una fe que no lleve a obrar con misericordia seria vacía (San 2,17) y en
absoluto "salvífica" (Sant 2,13[6].
7. El pecado
a.
El pecado esta como una infracción,
ofensa, un principio activo, y la falta de lo bueno, el énfasis de Santiago es
relacionar el pecado con la naturaleza de Dios. Así el pecado es definido como
aquello que está en contra de un Dios justo y como aquello que está en contra
de la revelación de Dios en la Ley. De modo que las ramificaciones del elevado
concepto que Santiago tiene de Dios y su Palabra son vistas en su definición de
pecado.
b.
Enseña la universalidad del pecado
(3:2). Enfatiza la herencia de la naturaleza pecaminosa del hombre (1:14-15;
2:1ss; 3:1ss; 4:1ss). El pecado no es un defecto del hombre, sino una ofensa
contra Dios (2:10), por tanto es una infracción de lo establecido por Él (2:9,
11). El pecado es un principio activo (2:9; 5:15). Lo considera como la falta
de lo bueno (4:17). Es todo aquello que está en contra de un Dios justo (4:5;
5:9). El pecado es lo que se opone a la revelación de Dios en su Palabra
(2:9-11).
c.
Se citan áreas en las que el hombre
puede pecar: Con la palabra (3:1ss); con la actitud (4:12-17). De la misma
manera expresa los resultados del pecado: falta de bendición (1:25); juicio
(2:13); muerte espiritual (2:14-26; 5:20); oraciones sin respuesta (4:2).
d.
Menciona algunos pecados específicos
entre los destinatarios: Parcialidad (2:1-3); pecados de lengua (3:1-12; 5:12);
contención (4:1-3, 11-12); mundanalidad (4:4-5)
8.
Satanás
La
carta asume la existencia de Satanás. Su relación con el pecado del hombre es
mostrado en 4.1-17, donde exhorta al cristiano a resistir al diablo para
obtener la victoria sobre la mundanalidad. El mismo pasaje relaciona al diablo
con el sistema mundial
9.
Vida
cristiana. Según Laws[7], Sant es el documento ético más consistente del NT.
Pero, si exceptuamos 1,21-22, en ningún lugar se indica que los imperativos éticos broten de un
indicativo teológico, a diferencia de Pablo, que saca sus conclusiones éticas
de la proclamación de la muerte y resurrección de
Cristo Rom 6. Tampoco el mandamiento del amor, citado en 2,8 con el apoyo de Lev 19,18, es el principio unificador de los preceptos éticos, como ocurre en Mat 22,37-40; Jn 13,34-35; 1 Jn 4,7-21; Rom 13,8-10. Su enseñanza moral se basa en la
certeza de que así uno se acerca a Dios (1,20; 2,5s; 4,5s), cumple su voluntad y obtiene
beneficios espirituales tanto en esta vida como en la otra (1,2-4.12; 2,5.13-26; 5,7-20) 6°
a.
Dedicación. Se presenta como un asunto
urgente para cada cristiano (4:7-10). Esta
entrega sin reservas de la vida a Dios debe ser algo asumido por cada
creyente. La dedicación es presentada como total que incluye varios aspectos:
i.
Sumisión (4:7), indicando que es
necesario que cada uno se sujete a Dios y se subordine a Él.
ii.
Decisión (4:7), en el sentido de determinar
conde quiere estar el cristiano, si al lado de Dios o de Satanás, tomando una
postura firme frente a esto.
iii.
Separación (4:8), del mundo, el pecado
y sus efectos, presentando ante Dios manos y corazones limpios.
iv.
Firmeza de posición (4:9). Volverse a
Dios implica alejarse del pecado del pasado. Santiago utiliza un lenguaje muy
fuerte para describir la reacción que un creyente debe tener hacia la vida que
vivía antes de conocer a Cristo. Cuando se tiene claro lo que se era en el
tiempo pasado, se orientará la forma de encarar el futuro conforme a la
voluntad de Dios.
v.
Sujeción a Dios (4:10). El yo queda
anulado en la medida en que se acepte la voluntad de Dios. En ese sentido se
requiere una determinada y decidida humildad, ya que la exaltación final pasa
primero por la humildad
b.
Dependencia. Se vincula a la dedicación, en el sentido de que
no es posible una dedicación a Dios que no se establezca sobre la base de la
dependencia. Ambas ideas está unidas (4:7-10, 13-17). Por esa causa exhorta en
una llamada de atención a quienes hacen planes para el futuro como si Dios no
contase para ellos (4:13). Esto no significa que el cristiano no planifique, pero
debe hacerse sin la presunción de que se obtendrá lo que se ha propuesto. A
esto se une la conciencia de la transitoriedad de la vida, conformándola
siempre y aceptando sin reservas la voluntad de Dios para ella.
c.
Un tema que domina Sant es el del sufrimiento o
prueba (peirasmós), que resulta una prueba pesada
para algunos miembros de la comunidad 61. Para Sant hay cierta conexión
entre el pecado y el sufrimiento, especialmente la enfermedad (5,14-16). De ahí la importancia que tiene
el confesar los pecados en orden a la curación. Pero la prueba es una ocasión
para purificarse y anticipar el gozo y la espera escatológicos (1,2-4), que
deben configurar toda la existencia cristiana, pues con ella Dios no pretende
ni puede pretender el mal, si-no purificar al creyente (1,12-15).
d.
10. Oración. Se trata en tres
secciones unidas a referencias en otros lugares de la Epístola 1:5-8; 4:2-3;
5:13-20).
a. Requisitos para la oración. Entender claramente a quien se
ora (1:5; 4:3); reconocer la necesidad personal de la oración (4:2; 5:16);
vivir una vida de fe que se manifieste en quien ora (5:16); la ausencia de
egoísmo que condicione la oración (4:3); orar sobre la base de las promesas de
Dios, aceptándolas por fe, sin dudar (1:6).
b. Temas de oración. Por
problemas de comprensión mental (1:5-8). Dios puede responder a la petición por
sabiduría, sin reproche hacia el que ora. Por necesidades personales (4:1-3).
Tanto las que son propias del que ora como las de los creyentes. En ese tipo de
oración se aprecia la necesidad de orar desinteresadamente. Por aflicciones o
enfermedades (5:13-20). La oración es parte integrante del procedimiento para
sanidad de la enfermedad de quien está involucrado con el pecado
a.
La segunda sección de la carta se caracteriza por la atención concedida a
las palabras relacionadas “Palabra [de Dios] (1: 19-27), “Ley” (2:1-13), y
“obras” (2: 14-26).
b.
Después de una advertencia respecto
al peligro de las palabras inapropiadas y de la ira (1: 19-20) Santiago anima a
sus lectores a recibir “Con humildad la palabra implantada” (1:21) a
continuación amplía su exhortación mostrando que la verdadera recepción de la
Palabra de Dios implica ponerla por obra (1: 22-27).
c.
Como un ejemplo importante de ser “hacedores
de la palabra”, Santiago menciona la de necesidad de que los cristianos
sean imparciales en su trato con los demás. Únicamente así cumplirán la “Ley
real” y escaparan del juicio (2: 1-13). La importancia que
tienen nuestras acciones como cristianos para evitar el juicio suscita la
exposición de la Fe y las obras (2: 14-26). Santiago insiste en que la
verdadera fe esta siempre marcada por la obediencia y solo este tipo de fe que
se evidencia en obras trae salvación.
d.
Entre las aportaciones de Santiago está su insistencia en el sentido de que
a la genuina fe ha de evidenciarse en obras. Con resolución se opone a la
tendencia común entre los cristianos de descansar en una fe tibia y
acomodaticia que pretende lo mejor del mundo presente y del venidero. Para
Santiago, el doble ánimo es el pecado esencial (ver 1:8; 4:8), y se llama con
insistencia a los cristianos para que se arrepientan y regresen al camino del
carácter completo y perfecto que Dios desea.
e.
La misma fuerza de las declaraciones de Santiago respecto a este asunto
plantea cuestiones acerca del punto de vista teológico de la carta, cuando
Santiago lleva su argumento hasta el punto de vincular la justificación con las
obras (2: 14-26). En este punto, parece contradecir la de Pablo en el sentido de
que la Justificación es por la so la fe Rom 3:28. Muchos se alegran de este
rasgo que consideran una indicación de la profunda diversidad dentro del Nuevo
Testamento, creyendo que Pablo y Santiago están diciendo cosas diferentes y
contradictorias respecto a la justificación de los seres humanos ante Dios[9],
sin embargo es innecesario reconocer algo tan desacertado. Antes del capítulo
2, Santiago ya ha dejado claro que la salvación es iniciativa de Dios. Y su
enseñanza del capítulo 2 puede armonizarse con Pablo al menos en dos formas
distintas. La primera defiende que Santiago está utilizando el verbo
“justificar” [dikaioo] en el sentido de vindicar ante las personas[10].
Pablo y Santiago, estarían, por lo tanto hablando de cosas diferentes; Pablo de
la declaración de nuestras justicia, y Santiago de su demostración.
f.
Otras posibilidad es la de tomar “justificar” en Santiago con el sentido de
“vindicar en el juicio final”, un significado que este término tiene en el
judaísmo Mat. 12:37. Según este punto de
vista, tanto Pablo como Santiago se refieren a la justicia del pecador ante
Dios, pero Pablo de centra en la recepción inicial de esta posición y Santiago
en el modo en que tal posición se vindica ante Dios en el juicio.
g.
Esta armonización teológica necesaria, sin embargo no debería llevarnos a
ignorar la aportación hecha por Pablo o por Santiago. Cuando hemos de hacer
frente al legalismo, con su intento de basar la salvación en las obras humanas,
hemos de escuchar a Pablo. Sin embargo, cuando hemos de vérnoslas con el
quietismo, con la actitud que rechaza las obras como innecesarias para los
cristianos, hemos de prestar atención al mensaje de Santiago.
CONTENIDO
1.
La
enseñanza que da unidad a la carta es la coherencia entre la fe y la vida del
creyente: el comportamiento cristiano ha de reflejar en cada momento la fe
que se profesa.
a. La carta no tiene la estructura de un tratado sistemático.
Como los escritos sapienciales judíos,
tiene un orden pedagógico. Según esto, una palabra sugiere otro tema
diverso, utilizando términos con la misma asonancia, repitiendo -como en círculos
concéntricos‑ la misma idea, utilizando máximas breves; etc. De esta forma, el
oyente retienen con facilidad las enseñanzas. Estos datos desautorizan la
opinión de quienes ven en la carta una serie de homilías pronunciadas en
circunstancias diversas y recopiladas más tarde.
2.
Según
esto, a falta de un esquema, puede dividirse en tres partes. La primera es un
elenco de instrucciones preparatorias, la segunda recoge la enseñanza de la
coherencia entre la fe que se profesa y las obras que se practican, y la
tercera es una serie de aplicaciones del principio fundamental.
a. La primera parte (1,1-2,13) comienza después del
encabezamiento y saludo (cfr. 1,1). Abarca instrucciones relacionadas entre
sí, hasta el punto de que es difícil señalar cuándo termina una y cuándo
comienza la siguiente: enseña el valor del sufrimiento (cfr. 1,2-12); subraya
que de Dios previene el bien y que, por tanto, El no tienta al hombre ni busca
su mal (cfr. 1,13-18); aceptar lo que proviene de Dios implica poner por obra
la palabra oída (cfr. 1,19-27) y evitar la acepción de personas (cfr.
2,1-13). En todas estas enseñanzas va aflorando la necesidad de que no haya
rupturas entre lo que se recibe de Dios y lo que se refleja en la vida
práctica.
b. La segunda parte (2,14-26) recoge la idea central: la
fe que no se traduce en obras está muerta (cfr. 2,14-19). Y repite la temática a modo de estribillo, y da
como argumentación el testimonio de personajes bíblicos bien conocidos (cfr.
2,20-26).
c. En la tercera parte (3,1-5,6) las aplicaciones prácticas
se entrelazan: se exhorta a dominar la lengua (cfr. 3,1-12); a buscar la
verdadera sabiduría y rechazar la falsa (cfr. 3,13-18); a detectar el origen
de las discordias(cfr. 4, 1-12); y a confiar en la Providencia, sin encerrarse
en los negocios (cfr. 4,13-17) ni en las riquezas, pues esto da origen a injusticias
(cfr. 5,1-6). En esta parte, el autor adopta un tono severo, haciendo ver que
la conducta desviada no puede compaginarse con la profesión de fe cristiana.
d. Termina con la exhortación final, recomendaciones
profundas de contenido (cfr. 5,7-20): insiste en mantenerse fieles con
paciencia y constancia (cfr. 5,7.11); enseña el valor de la oración
(cfr. 5,13-18), animando a ponerla en práctica en todo momento; se detiene en
e1 sacramento de la Unción de los enfermos (cfr. 5,14-15); por último,
recomienda la preocupación que los cristianos han de tener unos por otros
(cfr. 5,19-20)
[1] José
salguero, O.P. Epístolas Católicas. Apocalipsis. Biblioteca de autores
cristianos. Madrid, España. 1965. Página 14
[2] Pero también se le aplica a Cristo 6 veces, con lo cual Sant, al dejar un poco fluidas las fronteras entre Dios y Cristo, expresa la relación
particular entre Dios y Jesús
[3] H. Alford. The Greek Testament, IV, Prolegómena, pag. 102
[4]
Entre ellos Evis L. Carballosa en su libro Santiago, una fe en acción
[5] Jesus, en el Mat, asegura
que él no ha venido a abolir ni la ley ni los profetas Mat 5,17, aunque en el "Sermón del Monte" opondrá su
interpretación a lo dicho por los antiguos ("...pero yo les digo... "
en Mat 5,21s; 5,27s, etc.). Es que para Mateo, la ley es expresión de la
voluntad de Dios. Si bien es cierto que hay una expresión escrita de la
voluntad de Dios en la "ley" —y con ello, una forma de interpretarla—
lo decisivo es la orientación hacia la voluntad de Dios. Jesús no viene a
defender la observancia de la ley ni a alinearse en una tradición
interpretativa determinada por las costumbres sino a proclamar la voluntad de
Dios, mas allá de las interpretaciones "judías". En Santiago, este
trasfondo cristológico no está explicito, pero en lo que se refiere a la
función y a la importancia de la ley, coincide plenamente con Mateo (H. LoNA,
,"El cristianismo de la carta de Santiago", en: Id., Las Cartas
Apostólicas, 32).
[6]
Mat 25,31-46 con su descripción del "juicio" frente al "Hijo del
hombre" contiene el mismo mensaje: lo que se hace o se deja de hacer ahora
al necesitado decide la sentencia la final de los tiempos (H. LoNA,"El
cristianismo de la carta de Santiago", en: Id., Las Cartas Apostolicas,
32).
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