Pastores Luis y Marina Meléndez

Pastores Luis y Marina Meléndez
Pastores de la IBE Callao

sábado, 2 de agosto de 2014

Introducción carta de Santiago V

TEOLOGIA DE LA EPISTOLA
El carácter teológico de Santiago es realmente judío. Pero la índole judaica de sus exhortaciones y de su doctrina está claramente marcada y penetrada por un verdadero espíritu cristiano[1]

Dios.
1.      Aparte el título ho theos (16 veces), a Dios se le aplican también los títulos de Kyrios (8 veces[2]), Padre (3 veces), Le­gislador (1 vez) y Juez (1 vez).
2.       Se afirma expresamente la unidad de Dios Sant.2.19, sin mencionar la trinidad.
3.       Dios es creador inmutable de los astros Sant.1.17; 5.4y de los hombres Sant.3.9.
4.      Es omnipotente Sant.5.4 y dueño de toda la actividad humana Sant.4.13-15;
5.      Es autor de todo bien, de la sabiduría Sant.1.5, de la regeneración Sant.1.18 y de la revelación profética Sant.5.10.
6.      Dios es sumo bien, del cual no puede provenir el mal Sant.1.13, sino toda clase de bienes Sant.1.17.
7.      Dios es padre de los hombres Sant.1.27; 3.9, que escucha sus oraciones Sant.1.5 ss, perdona sus pecados Sant.5.15 ss y les da su gracia Sant.4.6,8.
8.      Para Dios todos los hombres son hermanos, que han de amarse como tales Sant.2.1-9.
9.      Dios es el legislador y juez soberano, que puede salvar y condenar Sant.4.12; pero su juicio será misericordioso para aquellos que han hecho misericordia Sant.2.13

Cristo:
1.      Las referencias a Cristo se menciona sólo en  dos lugares (1:1; 2:1). Y  enseña que Él es objeto de la  fe (2:1), de modo que se aprecia esta misma relación para la salvación en  otros lugares de la Epístola (1:18; 2:14-16
2.      En 6 ocasiones aparece como Kyrios  Sant 1,1; 2,1; 5,7.8.14.15; quizás en 4,15
3.      En 2,1 el nombre Señor recibe el calificativo de la gloria, reflejando una expresión de la teología judeocristiana; obsérvese que en Luc 24,26, donde aparece esta expresión, se re­fiere a la situación que Cristo tiene para la comunidad como Exaltado a la derecha de Dios, con lo cual hay una alu­sión implícita a la Resurrección.
4.      El vocablo gloria es típico de la cristología de Jn, que lo utiliza para expresar la unión indi­soluble entre la Cruz y la Elevación del Hijo; en la tradición sinóptica se le relaciona con el retorno del Hijo del hombre al fin de los tiempos  Mat 16,27; 19,28; 24,34; 25,31; Mar 8,38; 10,37; 13,26), lo cual confirmaría que en Sant 2,1 se  quie­re situar a la comunidad ante el Señor, Juez de la comunidad. Y  en 5,7-8, el título Señor está en relación con la espera de la Parusía, momento en el que aparecerá como Juez (5,9) Y si ha de traducirse 1,1 como «Jesucristo Dios y Señor», pues de hecho tiene la misma construcción que 1,27 y 3,9, entonces tendríamos aquí, al igual de lo que ocurre en Jn 20,29, una de las confesiones cristoló­gicas más impresionantes del NT 56

Espíritu Santo. Una referencia 4:5, que mora en los creyentes y exige fidelidad

Las Escrituras La carta está saturada con la Palabra y manifiesta que su autor tenía un alto concepto de la Palabra y que está constituido un fundamento firme en su pensamiento teológico.
a.      Usa epítetos como,  la Palabra de Verdad (1.18), la Escritura El término era, en tiempos de Cristo, sinónimo de los escritos del Antiguo Testamento, por tanto, no se utilizaba para referirse a ningún otro tipo de escrituras.
b.      Apelar a la Escritura  significaba poner punto final a cualquier argumento (4:5-6; 2.8, 23; 4.4-5), la perfecta ley de la libertad Es un título propio de Santiago que aparece para referirse a la Palabra de Dios.
c.       Incluye al Antiguo Testamento, (1:25-27). Y  tiene que ver con la revelación del Antiguo Testamento que es llevada a su máxima expresión y cumplimiento en las enseñanzas de Jesús  (1.25; 2.8).
d.       Menciona los efectos que produce la Palabra, como la Palabra es un medio de regeneración (1.18) y es implantada para salvar el alma (1.21)
e.       Es un espejo reflejando los defectos de un hombre (1.23-25), Es una guía para  la vida cristiana (2.8), en el día del juicio servirá como una norma para juzgar (2.12).
2.      Soteriología La soteriología tiene una vinculación con los principios de la enseñanza de los fariseos que con los de la enseñanza de Pablo, sin que esto suponga conflicto alguno entre ellas. Como escribe H. Alford.  “Las nociones judías farisaicas fueron introducidas en las creencias adoptadas en el cristianismo, y el peligro no era, como ocurrió después, del establecimiento de una justificación por la ley a estilo judío, sino de una confianza judía sobre una pureza de fe exclusiva que tendía a reemplazar la necesidad de una vida santa, que está inseparablemente unida a cualquier creencia digna de la fe cristiana[3]”.  Quiere decir esto que los fariseos buscaban los aspectos externos, en la observancia de la ley, lo que producía un cierto contagio en los cristianos de origen judío quienes se contentaban con aspectos externos del ejercicio de la piedad, sin tener en cuenta la realidad interna del corazón. De ahí en énfasis en las obras de la fe, lo que es igual a hacer visible la realidad de la fe mediante las obras
3.      La fe: La fe Es contrario a la verdad decir que Santiago es deficiente en su concepto de  la fe. En realidad, la fe es uno de sus temas prominentes. Santiago no quiere eliminar la fe como un principio de la vida cristiana, sino, guardarse contra el peligro de pensar en la fe como solo un asentimiento intelectual o un credo que nunca es puesto en acción para producir buenas obras
a.      La fe es uno de los temas más destacables en la Epístola, algunos exegetas lo consideran como el tema central y el hilo conductor de ella[4].
b.      Santiago considera la fe como principio activo de la vida cristiana (1:6; 5:15). Para él la fe descansa en la confianza en Cristo que es objeto de ella (2:1). El contraste para Santiago no está entre fe y obras, sino entre una fe muerta (2:14-20) y una fe viva (2:21-26).
c.       La fe muerta no es válida para la salvación, ni para la santificación, puesto que una fe que no es dinámica, aunque esté basada en un credo ortodoxo, es muerta en sí misma (2:17, 19, 20
4.      La ley de Dios Determina la relación del hombre con Dios como una relación de obediencia. Si Dios ha revelado en la ley su voluntad salvífica, el hombre debe encontrar en ella el camino de la vida. En la obediencia a la ley de Dios el hombre realiza su libertad. La verdadera libertad tiene carácter obediencial. Tal es así que el autor habla de la "ley de la libertad" Sant 1,25; 2,12[5]
5.      Antropología El hombre se presenta como un ser creado por Dios (3:9), compuesto por una parte material y otra inmaterial (2:26; 3:9). A pesar de la caída, retiene algo de la semejanza con la creación original (3:9
6.      La misericordia  Sant 2,13  La misericordia no es un mero sentimiento sino la actitud que descubre la indigencia del necesitado y hace algo para remediarla (Sant 2,15-16). N o actuar significa "obrar sin misericordia". Una fe que no lleve a obrar con misericordia seria vacía (San 2,17) y en absoluto "salvífica" (Sant 2,13[6].
7.      El pecado  
a.      El pecado esta como una infracción, ofensa, un principio activo, y la falta de lo bueno, el énfasis de Santiago es relacionar el pecado con la naturaleza de Dios. Así el pecado es definido como aquello que está en contra de un Dios justo y como aquello que está en contra de la revelación de Dios en la Ley. De modo que las ramificaciones del elevado concepto que Santiago tiene de Dios y su Palabra son vistas en su definición de pecado.
b.      Enseña la universalidad del pecado (3:2). Enfatiza la herencia de la naturaleza pecaminosa del hombre (1:14-15; 2:1ss; 3:1ss; 4:1ss). El pecado no es un defecto del hombre, sino una ofensa contra Dios (2:10), por tanto es una infracción de lo establecido por Él (2:9, 11). El pecado es un principio activo (2:9; 5:15). Lo considera como la falta de lo bueno (4:17). Es todo aquello que está en contra de un Dios justo (4:5; 5:9). El pecado es lo que se opone a la revelación de Dios en su Palabra (2:9-11).
c.       Se citan áreas en las que el hombre puede pecar: Con la palabra (3:1ss); con la actitud (4:12-17). De la misma manera expresa los resultados del pecado: falta de bendición (1:25); juicio (2:13); muerte espiritual (2:14-26; 5:20); oraciones sin respuesta (4:2).
d.      Menciona algunos pecados específicos entre los destinatarios: Parcialidad (2:1-3); pecados de lengua (3:1-12; 5:12); contención (4:1-3, 11-12); mundanalidad (4:4-5)
8.      Satanás La carta asume la existencia de Satanás. Su relación con el pecado del hombre es mostrado en 4.1-17, donde exhorta al cristiano a resistir al diablo para obtener la victoria sobre la mundanalidad. El mismo pasaje relaciona al diablo con el sistema mundial
9.      Vida cristiana.    Según Laws[7], Sant es el documento ético más consistente del NT. Pero, si exceptuamos 1,21-22, en ningún lu­gar se indica que los imperativos éticos broten de un indicati­vo teológico, a diferencia de Pablo, que saca sus con­clusiones éticas de la proclamación de la muerte y resurrec­ción de Cristo  Rom 6. Tampoco el mandamiento del amor, citado en 2,8 con el apoyo de Lev 19,18, es el principio unifi­cador de los preceptos éticos, como ocurre en Mat 22,37-40; Jn 13,34-35; 1 Jn 4,7-21; Rom 13,8-10. Su enseñanza moral se basa en la certeza de que así uno se acerca a Dios (1,20; 2,5s; 4,5s), cumple su voluntad y obtiene beneficios espirituales tanto en esta vida como en la otra (1,2-4.12; 2,5.13-26; 5,7-20)
a.      Dedicación. Se presenta como un asunto urgente para cada cristiano (4:7-10). Esta  entrega sin reservas de la vida a Dios debe ser algo asumido por cada creyente. La dedicación es presentada como total que incluye varios aspectos:
                                                  i.      Sumisión (4:7), indicando que es necesario que cada uno se sujete a Dios y se subordine a Él.
                                                ii.       Decisión (4:7), en el sentido de determinar conde quiere estar el cristiano, si al lado de Dios o de Satanás, tomando una postura firme frente a esto.
                                              iii.      Separación (4:8), del mundo, el pecado y sus efectos, presentando ante Dios manos y corazones limpios.
                                               iv.      Firmeza de posición (4:9). Volverse a Dios implica alejarse del pecado del pasado. Santiago utiliza un lenguaje muy fuerte para describir la reacción que un creyente debe tener hacia la vida que vivía antes de conocer a Cristo. Cuando se tiene claro lo que se era en el tiempo pasado, se orientará la forma de encarar el futuro conforme a la voluntad de Dios.
                                                 v.      Sujeción a Dios (4:10). El yo queda anulado en la medida en que se acepte la voluntad de Dios. En ese sentido se requiere una determinada y decidida humildad, ya que la exaltación final pasa primero por la humildad
b.      Dependencia. Se  vincula a la dedicación, en el sentido de que no es posible una dedicación a Dios que no se establezca sobre la base de la dependencia. Ambas ideas está unidas (4:7-10, 13-17). Por esa causa exhorta en una llamada de atención a quienes hacen planes para el futuro como si Dios no contase para ellos (4:13). Esto no significa que el cristiano no planifique, pero debe hacerse sin la presunción de que se obtendrá lo que se ha propuesto. A esto se une la conciencia de la transitoriedad de la vida, conformándola siempre y aceptando sin reservas la voluntad de Dios para ella.
c.       Un  tema que domina Sant es el del sufrimiento o prueba (peirasmós), que resulta una prueba pesada para algunos miem­bros de la comunidad 61. Para Sant hay cierta conexión entre el pecado y el sufrimiento, especialmente la enfermedad (5,14-16). De ahí la importancia que tiene el confesar los pe­cados en orden a la curación. Pero la prueba es una ocasión para purificarse y anticipar el gozo y la espera escatológicos (1,2-4), que deben configurar toda la existencia cristiana, pues con ella Dios no pretende ni puede pretender el mal, si-no purificar al creyente (1,12-15).
d.       
10.  Oración.  Se trata en tres secciones unidas a referencias en otros lugares de la Epístola 1:5-8; 4:2-3; 5:13-20). 
a.      Requisitos para la oración. Entender claramente a quien se ora (1:5; 4:3); reconocer la necesidad personal de la oración (4:2; 5:16); vivir una vida de fe que se manifieste en quien ora (5:16); la ausencia de egoísmo que condicione la oración (4:3); orar sobre la base de las promesas de Dios, aceptándolas por fe, sin dudar (1:6).
b.       Temas de oración. Por problemas de comprensión mental (1:5-8). Dios puede responder a la petición por sabiduría, sin reproche hacia el que ora. Por necesidades personales (4:1-3). Tanto las que son propias del que ora como las de los creyentes. En ese tipo de oración se aprecia la necesidad de orar desinteresadamente. Por aflicciones o enfermedades (5:13-20). La oración es parte integrante del procedimiento para sanidad de la enfermedad de quien está involucrado con el pecado
11.  El verdadero cristiano se ve en sus obras[8] (1:19; 2:26).
a.      La segunda sección de la carta se caracteriza por la atención concedida a las palabras relacionadas “Palabra [de Dios] (1: 19-27), “Ley” (2:1-13), y “obras” (2: 14-26).
b.       Después de una advertencia respecto al peligro de las palabras inapropiadas y de la ira (1: 19-20) Santiago anima a sus lectores a recibir “Con humildad la palabra implantada” (1:21) a continuación amplía su exhortación mostrando que la verdadera recepción de la Palabra de Dios implica ponerla por obra (1: 22-27).
c.       Como un ejemplo importante de ser “hacedores de la palabra”, Santiago menciona la de necesidad de que los cristianos sean imparciales en su trato con los demás. Únicamente así cumplirán la “Ley real”   y escaparan del juicio (2: 1-13). La importancia que tienen nuestras acciones como cristianos para evitar el juicio suscita la exposición de la Fe y las obras (2: 14-26). Santiago insiste en que la verdadera fe esta siempre marcada por la obediencia y solo este tipo de fe que se evidencia en obras trae salvación.
d.      Entre las aportaciones de Santiago está su insistencia en el sentido de que a la genuina fe ha de evidenciarse en obras. Con resolución se opone a la tendencia común entre los cristianos de descansar en una fe tibia y acomodaticia que pretende lo mejor del mundo presente y del venidero. Para Santiago, el doble ánimo es el pecado esencial (ver 1:8; 4:8), y se llama con insistencia a los cristianos para que se arrepientan y regresen al camino del carácter completo y perfecto que Dios desea.
e.      La misma fuerza de las declaraciones de Santiago respecto a este asunto plantea cuestiones acerca del punto de vista teológico de la carta, cuando Santiago lleva su argumento hasta el punto de vincular la justificación con las obras (2: 14-26). En este punto, parece contradecir la de Pablo en el sentido de que la Justificación es por la so la fe Rom 3:28. Muchos se alegran de este rasgo que consideran una indicación de la profunda diversidad dentro del Nuevo Testamento, creyendo que Pablo y Santiago están diciendo cosas diferentes y contradictorias respecto a la justificación de los seres humanos ante Dios[9], sin embargo es innecesario reconocer algo tan desacertado. Antes del capítulo 2, Santiago ya ha dejado claro que la salvación es iniciativa de Dios. Y su enseñanza del capítulo 2 puede armonizarse con Pablo al menos en dos formas distintas. La primera defiende que Santiago está utilizando el verbo “justificar” [dikaioo] en el sentido de vindicar ante las personas[10]. Pablo y Santiago, estarían, por lo tanto hablando de cosas diferentes; Pablo de la declaración de nuestras justicia, y Santiago de su demostración.
f.        Otras posibilidad es la de tomar “justificar” en Santiago con el sentido de “vindicar en el juicio final”, un significado que este término tiene en el judaísmo  Mat. 12:37. Según este punto de vista, tanto Pablo como Santiago se refieren a la justicia del pecador ante Dios, pero Pablo de centra en la recepción inicial de esta posición y Santiago en el modo en que tal posición se vindica ante Dios en el juicio.
g.      Esta armonización teológica necesaria, sin embargo no debería llevarnos a ignorar la aportación hecha por Pablo o por Santiago. Cuando hemos de hacer frente al legalismo, con su intento de basar la salvación en las obras humanas, hemos de escuchar a Pablo. Sin embargo, cuando hemos de vérnoslas con el quietismo, con la actitud que rechaza las obras como innecesarias para los cristianos, hemos de prestar atención al mensaje de Santiago.

CONTENIDO
1.      La enseñanza que da unidad a la carta es la coherencia entre la fe y la vida del creyente: el comportamiento cristiano ha de reflejar en cada mo­men­to la fe que se profesa.
a.      La carta no tiene la estructura de un tra­tado sistemático. Como los escritos sapienciales judíos,   tiene un orden peda­gógico. Según esto, una palabra sugiere otro tema diver­so, utili­zando términos con la misma asonancia, repitiendo -como en círculos concéntricos‑ la misma idea, utilizan­do máximas breves; etc. De esta forma, el oyente retie­nen con facilidad las enseñanzas. Estos datos desautorizan la opinión de quienes ven en la carta una serie de homilías pro­nun­ciadas en circunstancias diversas y recopiladas más tarde.
2.      Según esto, a falta de un esq­uema, puede dividirse en tres partes. La primera es un elenco de ins­trucciones preparatorias, la segu­nda recoge la ense­ñanza de la coherencia en­tre la fe que se pro­fesa y las obras que se practican, y la tercera es una serie de aplicaciones del principio fun­damental.
a.      La primera parte (1,1-2,13) comienza después del encabezamiento y saludo (cfr. 1,1). Abarca instru­c­ciones rela­cionadas entre sí, hasta el punto de que es difícil señalar cuándo termina una y cuándo comienza la siguiente: enseña el valor del suf­rimi­ento (cfr. 1,2-12); subraya que de Dios previene el bien y que, por tanto, El no tienta al hombre ni bus­ca su mal (cfr. 1,13-18); aceptar lo que proviene de Dios im­plica po­ner por obra la palabra oída (cfr. 1,19-27) y evi­tar la acep­ción de personas (cfr. 2,1-13). En todas estas ense­ñan­zas va aflo­rando la ne­cesidad de que no haya rupturas entre lo que se recibe de Dios y lo que se refleja en la vida práctica.
b.      La segunda parte (2,14-26) recoge la idea central: la fe que no se traduce en obras está muerta (cfr. 2,14-19). Y  repite la temática a modo de estribillo, y da como argu­me­ntación el testimonio de personajes bíblicos bien cono­cidos (cfr. 2,20-26).
c.       En la tercera parte (3,1-5,6) las aplicaciones prá­cti­cas se entrelazan: se exhorta a dominar la lengua (cfr. 3,1-12); a bus­car la verdadera sabi­duría y rechazar la fal­sa (cfr. 3,13-18); a detectar el origen de las discordias(cfr. 4, 1-12); y a confiar en la Providencia, sin ence­rrarse en los ne­gocios (cfr. 4,13-17) ni en las riquezas, pues esto da origen a injus­ticias (cfr. 5,1-6). En es­ta parte, el autor adopta un tono severo, hacien­do ver que la conducta des­viada no puede compagi­narse con la pro­fesión de fe cri­stiana.
d.      Termina con la exhortación final, recomen­daciones profundas de contenido (cfr. 5,7-20): insiste en man­tenerse fieles con paciencia y cons­tancia (cfr. 5,7.11)­; ense­ña el va­lor ­de la or­ació­n (cfr. 5,13-18), animando a ponerla en prác­tica en todo momento; se detiene en e1 sacramento de la Un­ción de los en­fermos (cfr. 5,14-15); por últi­mo, recomienda la preocupa­ción que los cristianos han de te­ner unos por otros (cfr. 5,19-20)



[1] José salguero, O.P. Epístolas Católicas. Apocalipsis. Biblioteca de autores cristianos. Madrid, España. 1965. Página 14
[2] Pero también se le aplica a Cristo 6 veces, con lo cual Sant, al dejar un poco fluidas las fronteras entre Dios y Cristo, expresa la relación parti­cular entre Dios y Jesús
[3] H. Alford. The Greek Testament, IV, Prolegómena, pag. 102
[4] Entre ellos Evis L. Carballosa en su libro Santiago, una fe en acción
[5] Jesus, en el Mat, asegura que él no ha venido a abolir ni la ley ni los profetas Mat 5,17, aunque en  el "Sermón del Monte" opondrá su interpretación a lo dicho por los antiguos ("...pero yo les digo... " en Mat 5,21s; 5,27s, etc.). Es que para Mateo, la ley es expresión de la voluntad de Dios. Si bien es cierto que hay una expresión escrita de la voluntad de Dios en la "ley" —y con ello, una forma de interpretarla— lo decisivo es la orientación hacia la voluntad de Dios. Jesús no viene a defender la observancia de la ley ni a alinearse en una tradición interpretativa determinada por las costumbres sino a proclamar la voluntad de Dios, mas allá de las interpretaciones "judías". En Santiago, este trasfondo cristológico no está explicito, pero en lo que se refiere a la función y a la importancia de la ley, coincide plenamente con Mateo (H. LoNA, ,"El cristianismo de la carta de Santiago", en: Id., Las Cartas Apostólicas, 32).
[6] Mat 25,31-46 con su descripción del "juicio" frente al "Hijo del hombre" contiene el mismo mensaje: lo que se hace o se deja de hacer ahora al necesitado decide la sentencia la final de los tiempos (H. LoNA,"El cristianismo de la carta de Santiago", en: Id., Las Cartas Apostolicas, 32).
[7] Op.cit. 27
[8] http://inp-reformada.blogspot.com/2013/05/una-introduccion-la-epistola-santiago.html
[9] Ej. James G. D. Dunn
[10] El verbo se usa en este sentido P. Ej. En Luc. 7:29

No hay comentarios: